El futuro pasa por la ganadería
El sector de la carne se ha habituado durante los últimos años a ser puesto en entredicho, desde su modo de consumo hasta el modelo productivo que lo sostiene.
Como respuesta a ello, en 2013 se generó el primer filete in vitro en los Estados Unidos. Pesaba 140 g y costó 250.000 dólares. Así nació la carne celular, partiendo de células madre de un pedazo de carne, que se cultivan con un líquido biológico o de síntesis, tratándose de un modelo productivo sustendado económicamente por los multimillonarios del mundo digital.
Hoy en día, también participan empresas americanas, como Cargil, GBS, Tyson Food o europeas como Whole Food, Carrefour, Domino’s Pizza, Nestlé, Uniliver, o Wallmart, entre otras, pero también se financia gracias a organizaciones en defensa de los animales o fundaciones como la Silicon Valley Foundation, que pretenden generar un deber moral en a ciudadanía para que hagan su aportación económica por disminuir el sufrimiento del ganado.
El mensaje de estas organizaciones es poner continuamente en entredicho el bienestar animal de la ganadería para que los consumidores dejen de consumir carne.
El sector entiende la situación
Todas y todos contribuimos a efectos del cambio climático, y debemos asumir nuestra responsabilidad.
La ganadería es responsable del 14,5% del total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Según el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, en 2020 el conjunto de los sectores ganaderos contribuyó con un 9,1% de las emisiones de GEI del Estado Español. Una cifra bastante inferior a la del transporte (27,7%), la industria (21,4%) y la generación eléctrica 10,3%, hay que tener en cuenta las circunstancias especiales que implicó el confinamiento y el descenso acusado que experimentó el transporte.
El sector agrario cuenta además con una particularidad exclusiva de su actividad, tiene la capacidad de reducir de manera natural parte de los gases de efecto invernadero que genera. La tierra cultivada y los pastos actúan como sumidero de CO₂. Durante el periodo 2007-2020 estos tipos de tierras absorbieron el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero que habían producido.
La agricultura y ganadería celular es mucho más contaminante, en términos de producción de CO₂, que la convencional. Los estudios realizados por Martin School de Oxford demuestran esta realidad: la producción in vitro requiere un espacio completamente estéril, que comporta un consumo mucho más elevado de energía.
Zubillaga apuesta firme
La aplicación del nuevo contexto socioeconómico al sector cárnico, ha hecho que el servicio de sacrificio y despiece Zubillaga-Oñati haya refrendado su posicionamiento como un centro que trabaja la carne desde un punto de ecológico. El bienestar animal es innegociable, ya que los animales son parte indispensable de la cadena de valor de la carne. Además, su modelo de producción basado en la ganadería extensiva y de cercanía hace que la producción de carne sea siempre dentro de parámetros ecológicos, respondiendo de manera directa al reto del cambio climático.